Independiente no jugó nada mal.
Hizo lo que tenía que hacer, entre las nubes y bajo la lluvia: sentido común, criterio, fortaleza mental.
Sin embargo, se quedó con las manos vacías: dos cabezazos letales (el primero, con complicidad de Rodrigo Rey; el segundo, una inspiración inesperada) lo derrumbaron en el tramo final del espectáculo..